viernes, 26 de diciembre de 2008

Mensaje Navideño 2008

Nacimiento de Jesucristo
18 El nacimiento de Jesús, el Cristo, fue así: Su madre, María, estaba comprometida para casarse con José, pero antes de unirse a él, resultó que estaba encinta por obra del Espíritu Santo.19 Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería exponerla a vergüenza pública, resolvió divorciarse de ella en secreto. 20 Pero cuando él estaba considerando hacerlo, se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo.21 Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.» 22 Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta:23 «La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel» (que significa «Dios con nosotros»). 24 Cuando José se despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado y recibió a María por esposa.25 Pero no tuvo relaciones conyugales con ella hasta que dio a luz un hijo, a quien le puso por nombre Jesús. (Mateo 1:18-25)


En este pasaje, tan conocido de las Escrituras, podemos encontrar un ejemplo inspirador que puede motivar a los hombres para que sean (seamos) mejores hombres.


Un hombre equilibrado.
José buscó conciliar la justicia (cumplimiento de la ley de Moisés) con la misericordia; y por ello decidió dejar secretamente a María al saber que estaba embarazada, en lugar de avergonzarla públicamente.




Un hombre sensible a la voz de Dios.
Humanamente hablando, la solución anterior era la mejor, pero fue necesario que él estuviese abierto para que Dios le revele un camino más excelente. Podría pensarse que en esto no interviene para nada la voluntad de José, pero resulta valioso notar que con posterioridad, en otras dos ocasiones Dios le habló en sueños (Mt. 2:19, 22), de manera que José reconocía cuando el Señor le hablaba.

Un hombre llamado al matrimonio.
Un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María por esposa…» En tiempos como éste, en que cada vez es más frecuente el descrédito del matrimonio, es bueno que los hombres solteros de hoy escuchen la voz de no temer dar estos pasos de compromiso. Ayer y hoy se necesitan hombres de valor.

Un hombre llamado a la paternidad.
«(María)Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús» Sin ser el padre biológico o sanguíneo de Jesús, recibe el llamado a ser padre de esta criatura, y a responsabilizarse de él, partiendo por el acto de ponerle el nombre. Un llamado similar podemos recibir todos nosotros también, en cuanto a asumir nuestra condición de padres y/o madres, reconociendo que en el fondo nuestros hijos pertenecen primeramente a Dios.

Un hombre que mira con proyección a su descendencia.
«le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Cada vez que José miraba a su hijo, podía ver y recordar el destino que Dios había trazado para él. Nosotros igualmente podemos marcar la diferencia, mirando a nuestra descendencia con ojos de fe, esperando que el Señor cumpla sus propósitos en sus vidas.

Un hombre rápido para obedecer.
«Cuando José se despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado y recibió a María por esposa». Sin tardanza, José hizo los ajustes en su vida para cumplir la voluntad de Dios. José recibió a su mujer, y lo mismo hemos de hacer nosotros los hombres y maridos con nuestras compañeras de vida. Que en lugar de ser prontos para airarnos con ellas, seamos prontos para acogerlas, para recibirlas con amor.

Un hombre paciente.
«Pero no tuvo relaciones conyugales con ella hasta que dio a luz un hijo, a quien le puso por nombre Jesús.» Solteros o casados debemos mirar con atención estas palabras, que hablan de un hombre que sabe esperar, debido a que conoce bien cuáles son las prioridades y los tiempos que se está viviendo.

Este es el ejemplo de José. ¿Qué ejemplo dejaremos a los que nos siguen?



Pastor Santiago Castro Leguizamón
Iglesia Alianza Cristiana y Misionera - Cavancha

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí Señor! que haya más hombres temerosos de ti y consecuentes con sus familias.
Ruth